De Uyuni a Tupiza – Parte 2

Transporte Quechisla, nuestra nueva empresa. Después de una hora de Atocha, estamos listos otra vez.
La empresa que nos vendió el trayecto completo desde Uyuni, en realidad llega sólo hasta Atocha. Pero para los turistas que no lo saben y compran el trayecto directo, los conductores se toman el trabajo de comprar un nuevo ticket en Atocha hacia el destino final. Al mismo precio, claro.
Nuestros nuevos asientos: 23 y 24, al fondo. El micro es viejo y un poco más sucio, casi como el anterior.
Nos acomodamos en nuestros asientos.
Un abuelo borracho nos dice algo ininteligible.
Venden charqui, los del asiento de atrás compran uno. El olor a carne mezclada con grasa inunda el micro.
La señora que viaja a nuestro lado, frente al pasillo, está acompañada de su perro pequinés. El perro nos mira. El abuelo borracho también.
No hay más asientos libres, todos los pasajes están listos para salir.
Suben a más pasajeros: viajan en la cabina del chofer y en el pasillo. Son las 10.45 de la mañana. Restan 3 horas de de viaje.
A los cinco minutos la primer parada. YPFB, Orgullo Nacional: el chofer carga nafta después de una larga fila.
La gente aprovecha para bajar y hacer pis en cualquier lugar, ahí nomás.
Sobre nuestros asientos el parlante trasero: cumbia. Fuerte. Otra vez.
Veo en la ruta un cartel que anuncia a Tupiza a 90 kms.
Serán 3 horas de viaje.
Pienso en el tiempo y en la lentitud de la gente de acá. Ahora suena Cindy Lauper, con “Girls just wanna have fun”. Y pienso que parece estar en los años 80. Que el tiempo es relativo.

El paisaje ahora es más llano y desértico, decorado con catedrales de piedra y tierra a lo largo del camino.
El chofer va demasiado rápido para el estado de la ruta. Sigue siendo de arena y piedras.

El pequinés caga en el pasillo. Agradecemos que no haya sido sobre nuestras zapatillas.

La ruta se vuelve de precipicios y es tan angosta que pasa un camión por vez. El chofer toca bocina en cada curva: no puede ver quien viene.

Cierro los ojos para evitar el miedo. Me quedo dormida y al despertar no entiendo como pude descansar con el volúmen de la música que volvió a ser cumbia. Ahora cumbia argentina: culisueltas, wachiturros, y más…
Pasamos por un pueblo desolado, abajo, la gente se desespera por parar el bus. No tienen como llegar a Tupiza. Suben al micro y ocupan todo el pasillo.
El chofer sube la música y arranca nuevamente.
Un nene juega conmigo y se ríe, y me contagia. Me distrae de la ruta y me olvido por un momento del miedo.
Ya es tarde y el hambre apremia. Los del asiento de atrás pelan un huevo duro y lo comen. El olor ahora es mezcla con el sudor de días de los recién subidos, con olor a mierda, con olor a huevo.

La ruta está repleta de altares a cada curva. Verlos me pone más nerviosa.
Después de miles de vueltas por la montaña, diviso por fin la ciudad. El inicio del pavimento confirma que llegamos a Tupiza. A la entrada, un militar controla el paso de vehículos: el primer control que veo en todas las rutas de Bolivia.
Los pasajeros le van gritando al chofer donde quieren ir bajando. El chofer obedece.

El viejo borracho se para, intenta escupir por la ventana. Al no poder abrirla, le escupe el pelo a la pasajera de adelante.
La madre lo ve, nos mira y se ríe. No le dice nada. Se ríe, tímida.

Todos bajamos. Llegamos a Tupiza.

viaje_06Atocha y el río contaminado, Bolivia.

viaje_05Desayuno de té y tortas fritas en Atocha, Bolivia

viaje_07Nuestro nuevo micro, acompañados por el señor, de Atocha a Tupiza.

viaje_08  Nuestro nuevo micro, acompañados por el señor, de Atocha a Tupiza.

viaje_10 El paisaje, de Atocha a Tupiza.viaje_09Sí: en la parte que falta se lee “Ventanilla”, de Atocha a Tupiza. viaje_11La señora con su pequinés y el viejo borracho de fondo, de Atocha a Tupiza. viaje_12 Mi amigo de viaje, de Atocha a Tupiza.viaje_13El paisaje, de Atocha a Tupiza. viaje_14Tupiza, Bolivia.

Leave a comment